Siempre se ha dicho que de bien nacido es ser agradecido. Y es posible (y deseable) que a lo largo de nuestra vida profesional nos toque hablar para dar las gracias por algún reconocimiento, premio o galardón. Antonio Banderas tuvo que hacerlo en la última gala de los Premios Goya, cuando le dieron el Goya de honor por su carrera profesional. Y, curiosamente, su discurso (que puedes leer íntegro en este enlace) se convirtió en uno de los temas más comentados de una gala que estuvo a gran altura (dejando aparte la duración, que quizás deberíamos tocar en este web con un post que hable sobre lo máximo que debe durar un acto público).

Vamos a analizar las cinco claves del discurso del actor malagueño perfectamente aplicables a otras profesiones y situaciones a la hora de conseguir un agradecimiento cercano y eficaz.

1. No te tomes demasiado en serio…

Banderas empezó recordando que unos años atrás había coincidido en una gala con Taylor Swift, y que la cantante, tras saludarle, le dijo “a mí abuela le encantan tus películas”. “Digo esto”, añadió “para contrarrestar la cantidad y la catarata de piropos que me han caído desde que se me concedió este premio haciendo alusión a mi juventud”.

Comenzar una intervención con una anécdota es un recurso clásico, pero conviene elegirla bien.

2 … Pero evita la falsa modestia

Todos conocemos la anécdota atribuida a Miguel de Unamuno, cuando recibió del Rey Alfonso XIII la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio y en su discurso agradeció al monarca que le otorgara “este galardón que tanto me merezco”. Extrañado, el Rey le dijo “es curioso, todas las personas condecoradas con esta cruz me dicen que no se la merecen”, a lo que Unamuno contestó “Y tienen razón, Majestad”.

Sea esta historia cierta o no, tan malo es pasarse como no llegar. Banderas en ningún momento cae en la falsa modestia de decir que no se merece este premio, ni en la arrogancia de Unamuno. Lo único que hace es referirse brevemente a no saber “si este premio me llega cuando me tenía que llegar, o si lo merezco”, y a continuación pasa a analizar su trayectoria personal y profesional, dejando dos mensajes muy claros: “Ahora se de forma clara que elegí este camino, y opté por subirme a aquel tren porque de forma inconsciente sabía que la cultura y el arte era la mejor manera de entender el mundo en el que me había tocado vivir”. Y “La determinación: nunca, nunca volvería a mi Málaga con las manos vacías”.

El premio está ahí, y si te lo han dado es por algo. Agradécelo sin hacerte de menos.

3. No has llegado ahí tú solo, pero…

El problema con los agradecimientos es que pueden convertirse en una retahíla de nombres que sólo importan a los mencionados. La propia gala de los Goya es un magnífico ejemplo de esto, y Dani Rovira lo demostró con su parodia de todo lo que se puede decir en un minuto:

Antonio Banderas encontró una solución para emocionar sin agotar: “entre esos que en algún momento fueron parte de mi vida hay personas a los que el público no conoce, personas que nunca estarán nominadas, a los que nadie pedirá un autógrafo, que no caminan sobre las alfombras rojas, ni son deslumbrados por los flashes de las cámaras y que sin embargo son parte de la gran familia del cine. Carpinteros, pintores, electricistas, conductores, especialistas, compañeros, amigos con los que compartí y quiero seguir compartiendo muchas horas, muchas historias, muchos recuerdos, en esas vidas en miniatura que son los rodajes”.

Reduce a lo justo los nombres propios. Si de verdad tienes algo que agradecerles, hazlo personalmente.

4. Si utilizas tópicos, aderézalos

Lo de “aunque triunfe en todo el mundo, yo siempre estoy pensando en España” está ya gastado desde los tiempos de Julio Iglesias. Lo cual no quiere decir que no pueda o deba utilizarse; el discurso de Banderas lo amplió con referencias muy concretas: “Tienen ustedes que creerme cuando les digo que cada vez que terminaba un plano, una secuencia, una película, mi mente estaba puesta en España, no en Arizona, en Cleveland o en Ohio, no, no, para mí lo importante era saber cómo se vería este trabajo en mi tierra, y para ser más específicos en Málaga, y para ahondar aún más, en mi barrio”.

Piensa en si lo que vas a decir se ha dicho en otras ocasiones y, en ese caso, cómo puedes adaptarlo a tus circunstancias y darle un toque original.

5. Remata con la parte personal

Porque es la más intensa, y por eso mismo debe ser la más breve. Banderas mencionó a sus padres durante el discurso, pero dejó la alusión más directa para un final en el que a duras penas contuvo la emoción: “Creo que todo premio debe de ser dedicado, y yo mandaré esta dedicatoria a quien quizás haya sufrido más mi pasión por el cine, mis ausencias prolongadas, mis compromisos profesionales. Es la persona de la que me perdí los mejores planos, las mejores secuencias, y que sin embargo ha sido mi mejor producción. Te dedico este premio pidiéndote perdón, a ti Stella del Carmen, a ti hija mía”.

A todas estas estrategias, habría que añadir un pequeño y obvio consejo final: busca un buen redactor de discursos.


Esperamos que te haya gustado " Un agradecimiento de cine: las cinco claves del discurso de Antonio Banderas ".
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